Microsoft se ha convertido en una montaña rusa de pérdidas y beneficios por culpa de sus dos principales productos de hardware: las tabletas Surface y los móviles Lumia. Los primeros han subido un 29% en ventas mientras que los segundos han caído un 49% según las cifras hechas públicas hace unas horas. Dos cifras significativas pero que hay que saber leer adecuadamente.
Por un lado se hunden las ventas de sus teléfonos móviles -herencia directa de Nokia- los Lumia y en buena medida es por culpa de su débil posición en el competitivo mercado de los smartphones al cual además no acaban de pillarle el truco, cometiendo errores como retrasar la versión de Windows 10 hasta final de año. Sus tres únicos terminales compatibles con este SO, el Lumia 550, 950 y 950XL llegaron al mercado a mediados de diciembre, es decir muy muy muy tarde. Hasta entonces nadie se planteaba comprar un Lumia que se quedaría obsoleto en cuestión de meses. También es cierto que el descenso del 49% sería más importante si Microsoft vendiese muchos millones de terminales, pero desafortunadamente para ellos sus cotas de mercado raramente superan el 5%.
La otra cara de la moneda llega con las tabletas Surface. Tampoco se puede decir que sean líderes en ventas en su segmento, pero si es cierto que han logrado hacerse su hueco en ese espacio que queda entre las tabletas y los ultraportátiles, y convencen más ya que la familiaridad de la interfaz Windows es mucho más evidente (además de actualizarse a Windows 10 sin retrasos). Su incremento del 29% significa que lo están haciendo bien, pero no deben dormirse en un mercado que está a la baja.
El software sigue siendo lo que más alegrías trae a Microsoft. En el año de Windows 10 y de la caída en ventas de los PCs, Office 365 ha crecido un 70% mientras que la Xbox ha mejorado sus cifras subiendo hasta los 48 millones de usuarios activos, aunque han vendido menos videoconsolas.
Aún con todo, la evaluación del cuatrimestre para Microsoft es agridulce. Una caída de ingresos del 10% (de los 26.500 a los 23.800 millones de dólares) y una reducción de beneficio neto del 15% (de 5.800 a 5.000 millones). Es menos, pero aún es bastante.
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