Pese a que era una noticia que todo el mundo se olía desde hace tiempo, la compra de Nokia por Microsoft anunciada hoy se ha convertido en una de las grandes noticias del año (en el mundillo tecnológico) y se convierte en un punto de inflexión para ambas marcas y, sobre todo, para Windows Phone y a su futuro como plataforma de dispositivos móviles.
Una historia de amor y odio
Microsoft y Nokia comenzaron hace años -en 2011 concretamente- una colaboración que se hizo patente con la llegada de Stephen Elop a Nokia y la adopción de Windows Phone como plataforma para reflotar Nokia (en vez de escoger Android). Desde entonces el trabajo ha sido duro y no exento de altibajos para ambos socios.
El último tramo de su aventura empezó a cocinarse hace 7 meses en el MWC de Barcelona cuando ambas empresas decidieron reforzar su posición común. Aproximadamente 50 reuniones después, Microsoft ha anunciado la compra de Nokia por 5.440 millones de euros que se desglosan en 3.790 millones de euros por la unidad de fabricación de móviles y 1.650 millones de euros por la licencia de 10 años de su cartera de patentes (el resto de Nokia seguirá su propio camino). Todo ello se hará efectivo en 2014 pero ambas empresas llevan ya tiempo tomando posiciones.
Pero ¿esto es bueno o es malo?
Mientras, los analistas, aún se debaten entre posicionarse a favor o en contra de esta adquisición. ¿Se trata de una jugada estratégica digna de figurar en las escuelas de negocios? O, por el contrario, ¿es la orquesta del Titanic mientras se están hundiendo?
Este movimiento supone dar un poco de vidilla al sector. Un toque de atención para que nadie se duerma y que mantenga en todo lo alto la lucha por la innovación, así como el intento de crear un tercer jugador sólido. En ese sentido ganan los usuarios.
Pero no es menos cierto es que polariza definitivamente el panorama móvil y obliga a tomar posiciones consolidadas, además de certificar que Europa pierde, tal vez, su último gran fabricante tecnológico.
Simbiosis tecnológica
Es evidente que ni Microsoft ni Nokia son actualmente -ni en los últimos años- los mejores ejemplos de adaptación al mundo de los smartphones. Su simbiosis fue una jugada defensiva que buscaba salvar a Nokia de su desastrosa caída desde el trono de los móviles y colar a Microsoft de una vez por todas en el mercado de los smartphones. Algo más de dos años después, las cuotas de mercado de ambas empresas son menores que al inicio, pero al menos últimamente está dando signos de recuperación y parece que van por el buen camino.
Con el paso del tiempo Nokia se ha convertido para bien y para mal en sinónimo de Windows Phone. Ninguna otra marca está tan comprometida como Nokia y esto supone que mientras otros licenciatarios de Windows Phone como HTC, Samsung o LG tienen otras opciones (básicamente Android), Nokia no.
Pero por otro lado encontramos que Microsoft tampoco ha logrado engatusar a las marcas con tanto ímpetu como a Nokia (y lo hizo a base de invertir unos cuantos millones de dólares). Así que Windows Phone tiene bastante atado su futuro a la supervivencia de Nokia. Por lo tanto, su unión no solo parece lógica, sino inevitable.
Fabricante global
Uno de los cambios más importantes de Microsoft ha sido la decisión de potenciar la fabricación su propio hardware con el tablet Surface. Dejando a un lado la evaluación de resultados, lo cierto es que con Nokia, Microsoft logra un importante refuerzo en esta línea, donde tradicionalmente los finlandeses siempre han destacado. Así pues ambos ganan reforzándose en donde eran más débiles, uno en el músculo financiero y el ecosistema, y otro en la innovación y fabricación hardware.
Elop, el caballo de Troya
Stephen Elop dejó una prometedora posición en Microsoft para tomar las riendas de Nokia. Elop centró su estrategia de recuperación en dos puntos clave; frenar el hundimiento de Nokia y cambiar la línea de smartphones a Windows Phone.
El camino no ha sido tan fácil como deseaban en Redmond o en Espoo. El bajo interés de los usuarios en el nuevo SO, un Windows Phone 8 incompatible con anteriores terminales Windows Phone 7, la pocas apps disponibles y Nokia situándose casi como el único fabricante de terminales WinPhon. Pero ahora Nokia es una empresa auditada y saneada por Elop y es el momento de ejecutar la siguiente fase: la adquisición que incluirá que cerca de 32.000 trabajadores de Nokia sean transferidos a Microsoft a nivel mundial.
La compra de Nokia no es el final de la misión para Elop, pero supone el regreso triunfante a Microsoft, presentando además su candidatura a CEO tras la futura salida de Ballmer en próximo año. Un Ballmer que, por cierto, nunca logró meter a Microsoft en el negocio de los móviles con éxito.
¿Y la competencia?
Sin duda la noticia ha resonado en muchos sitios. Los principales rivales hacia donde apunta Windows Phone son Apple y Android, pero esa es una misión a largo plazo. De momento BlackBerry puede alegrarse de este movimiento ya que tal vez anime el mercado de adquisiciones y logre por fin un comprador que los mantenga con vida tras haber sido superados por WinPhon.
En Apple verán como Microsoft quiere replicar su fórmula de hardware y software propietario. Eso unido a las críticas sufridas en los últimos meses por la nueva versión de iOS, así como por la falta de innovación en su último iPhone, puede llegar a inquietar, pero no parece algo que desvele demasiado en Cupertino.
Por su parte Android tiene su propia guerra en casa con la amplia fragmentación de marcas y terminales, además de vivir su propio culebrón Motorola-Google. Su vertiginoso crecimiento se sustenta en la fórmula de la licencia de uso abierta a cualquier fabricante, justo lo opuesto a Apple y casi a WinPhone. Y es que aunque el sistema no es cerrado al 100%, es casi un hecho que el binomio Microsoft-Nokia no va a dejar mucho hueco a terceros fabricantes.
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